16 de julio de 2013

Primer día en Budapest



Comenzamos la ruta a Budapest, otra vez carretera y kilómetros por delante. Habíamos reservado 2 días en un principio y una vez que llegamos allí decidimos coger un día más e ir más relajados. Paramos a coger la vignette al pasar la frontera y llegamos en breve. Nos costó un rato encontrar el hotel pero una vez allí parecía que tenía buena pinta.  Nos alojamos en “Castle Garden”, sin duda el mejor de todos los que llevamos hasta ahora, y pegado a la zona del castillo y Bastión de los Pescadores y a 5 minutos cuesta debajo de una estación de metro, tranvía y autobús que llevan a la parte vieja. Dejamos el coche en el garaje y nos fuimos a patear la ciudad, como no, y empezamos por la parte que teníamos más cerca, el bastión de los pescadores, la iglesia, el castillo… y de ahí bajamos dando un paseo por el puente de las cadenas hasta el otro lado del Danubio para seguir viendo edificios. Nos topamos con la oficina de Turismo y de ahí fuimos a comer a Anker Klub, menú superbarato en un sitio muy chulo y la comida buena y bien presentada, con postre, bebidas y café creo que fueron unos 8€/persona. De ahí decidimos hacer el check-in y descansar un rato para después continuar con el paseo. Esta vez cogimos el tren, metro, tranvía y todo lo que pudimos/aconsejaban para ir hasta la ciudadela donde está la estatua de la libertad en lo más alto y que sujeta una hoja de parra. Las vistas desde ahí son estupendas, nos quedamos un rato haciendo fotos y relajados. De ahí bajamos y nos encontramos con una cascada a la cual estuvimos haciendo fotos y tras cruzar al otro lado seguimos por la rivera del río y de ahí a la iglesia de st Stephan. Terminamos cenando en Spiler, en una zona que marcaban de lugares alternativos. La zona está francamente bien, tiene varios restaurantes y bares para tomar algo. El sitio que elegimos estaba bien, era enorme pero le fallaba que eran un poco lentos y lo que pedimos era un poco escaso, también porque nos dio por pedir las sugerencias: crepe de pollo y salchicha mangalica papriska. De ahí pasamos a “Divino”, un bar para picar algo pero sobre todo para tomarte un vino…  tras intentar explicarle a la chica lo que nos gustaba nos dimos cuenta por los dos vinos tintos que probamos que en Hungría los vinos son jóvenes y de crianza no parecían tener pero bueno, sabían afrutados y se podían tomar. Con el ambientazo que había salimos casi a las 12 de la noche y cuando quisimos llegar a la estación de metro ya se había marchado el último y con los autobuses nos pasó igual, así que tuvimos que ir andando media hora hasta el hotel ya que los taxis que encontramos estaban ocupados.

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