Al día siguiente tocaba partir y
teníamos el tiempo un poco justo para todo. Y encima, sorpresa de recepción, la
policía estaba abajo por un problema del Dni de Dani, ups!!! Bajamos a aclarar
el tema y asunto resuelto, de ahí optamos por desayunar en un centro comercial
que teníamos al lado, que tampoco triunfó la elección de la palmera de azúcar,
no era como las de España… Y teníamos que hacer una última cosa antes de hacer
el checkout del hotel, hacerle una foto a una estatua de un hombre colgado en
lo alto de un edificio en la calle Husova. Después de hacer todo e ir bien de
tiempo cogimos las maletas y nos fuimos a por el coche que habíamos alquilado.
Tuvimos suerte y nos dieron un skoda rapid, así que como en casa… Lo llevé yo
hasta Viena y no me gusta la conducción de los checos porque corren demasiado y
sus carreteras no están tan bien para eso y te meten mucha caña, pero bueno,
pasamos la frontera entre República Checa y Austria y paramos a comprar la
pegatina (vignette) que te exigen llevar en el coche para circular por las
carreteras (8€). Luego paramos más adelante a comer y lo de pedir
especialidades… no siempre funciona porque esperas demasiado y al final era una
pechuga de pollo con especias y patatas.
Llegamos a Viena y encontramos el
hotel estupendamente, lo cogimos un poco alejado pero estaba a tan solo 3
paradas de metro y teníamos el metro a 10 minutos si llegaba. El hotel Caroline
solo tiene destacable el desayuno, había de todo y todo reciente pero la
habitación era un poco cutrecilla, el baño era un pasillo y para usar el lavabo
tenías que ponerte de lado y casi salir al pasillo. Pero bueno, también tenía
minibar y con el calor que hacía dentro se agradecía poder tomar algo al llegar
ahí. Eso sí, nada de ruidos por la calle y el parking fenomenal para el coche.
Dejamos todo y nos fuimos a comprar un abono de metro para los 4 días, y nos
dirigimos a Karlplatz. Hicimos unas fotillos a la iglesia y después estuvimos
tomando un refrigerio, el sitio nos moló porque era de camareros de toda la
vida y me sirvieron el café en una bandejita monísima y me trajeron un vaso de
agua, que eso no lo hacen en todos lados y yo lo agradezco.
Y como no podíamos perder el
tiempo en esta ciudad tan grande nos pusimos a andar y llegamos al Belvedere,
muy bonito con sus jardines, fuentes… De ahí ya estábamos tan cansados que
decidimos cenar en TGI´s Friday e irnos al hotel.
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