22 de febrero de 2010

El sr. Ibrahim y las flores del Corán



La obra sitúa su historia en el París de los años 60, concretamente en la calle Azul, donde viven los dos personajes principales: un tendero árabe, el señor Ibrahim, y un muchacho judío, Moisés (al que el tendero apoda Momó). Momó, el narrador en primera persona, es un niño de trece años que vive en una casa triste y oscura con su padre, un anciano abogado con el que no comparte nada. Momó, acusado por su padre de robarle dinero, decide romper su pequeño cerdito-hucha y gastarse los 200 francos ahorrados con una prostituta de la calle Paraíso. Es por esa época cuando conoce al señor Ibrahim, un hombre solitario y de edad avanzada que pasa el tiempo en la puerta de su tienda, sonriendo mucho y hablando poco. Se entabla entre ellos una tranquila y profunda amistad, rodeada de mucho humor. Momó recibe del señor Ibrahim muchas enseñanzas que contrastan con su triste vida familiar ya que le habla de sonreír, de ser amable... - cosas desconocidas para Momó hasta entonces- y así va descubriendo por fin algún retazo de felicidad. Un día su padre se marcha y lo abandona. Momó intenta durante meses hacer ver que nada sucede ya que se siente abandonado por segunda vez –en su infancia, por su madre y ahora en plena adolescencia-. El señor Ibrahim le propone entonces realizar un viaje a Normandía. Al regresar, las cosas cambian: la policía le avisa de que su padre se suicidó tirándose a la vía del tren y su madre regresa, pero la intenta engañar –aunque sin conseguirlo- haciéndole creer que él no es Momó. Cansado y triste, Momó le pide un día al señor Ibrahim que lo adopte y éste acepta. Deciden hacer un viaje a lo que el señor Ibrahim llamaba el “Creciente fértil”, su país. Atraviesan toda Europa y el anciano tendero le enseña a Momó muchas cosas: las palabras del Corán, como reconocer a los ricos, a bailar y a disfrutar con el movimiento del cuerpo, a caminar despacio por la vida y preocuparse de las pequeñas cosas…
Al final de la obra el tendero le deja la tienda para que Momó se encargue de llevar el negocio familiar. Una obra muy conmovedora y sobre todo con 2 buenos actores.
Es una obra muy cortita por lo que se hace muy amena y al final de la obra los actores se sientan a pie de escenario a contar batallitas y pasas un rato muy divertido. Así que recomendable 100% y es una pena que se acabe esta semana.

15 de febrero de 2010

Enoturismo

Este fin de semana hemos hecho algo diferente a lo que estábamos acostumbrados, nos hemos ido a la rioja a visitar bodegas de vinos típicas de la zona. Nos hemos alojado en la Hospedería de Briñas, un pueblo muy chiquitito pero la gente era muy amable y el sitio precioso y con todo lujo de detalles. Muy cerquita teníamos la ciudad de Haro, que está toda llena de bodegas de vino muy conocidas en España. Así nuestra elección fue Las bodegas de Cune; he aprendido que tomar vino no es cuestión de preferencias entre que te guste más o menos que otra bebida… es una cultura en general por todo lo que conlleva porque no todos los vinos saben igual, huelen igual y se elaboran igual… Por ello, de todo lo que nos han enseñado voy a intentar reflejar lo que yo he absorbido.
Para empezar tenemos que diferenciar entre vinos blancos y tintos. Dentro de los blancos se pueden hacer con distinta variedad de uva: garnacha blanca, viura y malvasía y normalmente no llegan a estar ni un año en barrica. Los aromas que podemos encontrarnos en vinos de este tipo son afrutados, pasando por cítricos, piña, melocotón, frutas tropicales, incluso un toque de vainilla cuando se oxigena… y luego en boca podrían darnos la misma sensación o dejarnos un amargor… El color del vino blanco también varía dependiendo del tipo de uva, del tiempo de maduración… así tenemos vinos que van desde blanco hasta un color dorado… La temperatura para servirlo estaría entre 6º-8º.
En cuanto a los tintos, son los que más elaboración llevan y sobre todo porque tienen que estar un periodo de tiempo mucho más largo en la bodega. Tenemos desde vinos jóvenes, pasando por crianzas, reservas, grandes reservas y los especiales de cada bodega que se hacen a nivel elitista. Los distintos tipos de uva que se utilizan son garnacha, graciano, tempranillo, mazuelo y hay una persona o grupos de personas (enólogos) que se encargan de decidir que vinos se van a elaborar y la proporción de cada tipo de uva. Pero empezando desde arriba, diremos que existe un consejo regulador que es el encargado de limitar la producción de la uva y de dar la calidad de la añada, desde muy mala, mala, buena, muy buena o excelente. Después de esto entra en acción el enólogo con todo lo descrito anteriormente. Se recolecta la uva, bien con máquinas o bien manualmente (esto depende del vino que se quiera hacer). Después se pasa a unos recipientes de acero inoxidable o bien a toneles grandes (ambos de unos 16500 ó 17000 litros) donde van a sufrir un proceso de fermentación alcohólica, donde la uva va a convertir el azúcar en alcohol y nos va a dar el grado del vino. Aquí se van a separar los hollejos de la pulpa pero mediante diferentes mecanismos se va a tratar de mezclar todo porque la piel nos va a dar el color al vino. Así mismo hay que controlar la temperatura todo el tiempo para que fermente correctamente (entre 24º-26º). Una vez terminado este paso se produce la fermentación maloláctica donde se reduce la acidez de la uva. Se mete en recipientes de hormigón acondicionados con las temperaturas idóneas, y después podemos continuar con los siguientes pasos que sería meterlo en las barricas adecuadas. Estas barricas suelen contener unos 250 litros y cuestan unos 300 euros. Suelen ser de roble americano en el 90% y de roble francés en algunos casos ya que la madera nacional sale cara. El motivo principal es que el roble americano no tiene nudos y la madera se sierra directamente y se forman las duelas (tablas que conforman la barrica). En el roble español habría que tratarla y este es un proceso muy costoso económicamente. La vida de estas barricas es de unos 8-10 años y son las que le van a dar los distintos matices al vino. Dependiendo de si es crianza, reserva o gran reserva el periodo de estar en la barrica va a cambiar, y será mínimo de 1, 1 y 2 años respectivamente, más el correspondiente en bodega que será 1, 2 y 3 respectivamente. Cuando están en la barrica se tiene que ir cambiando cada 3 meses aproximadamente durante el primer año para limpiarlas y cambiarlas a otras; esto se llama trasiego. Y También es una forma de unificar el sabor de una misma remesa, ya que va todo a unos tanques comunes donde se mezcla. La temperatura adecuada para estar en la barrica es de 14º-15º.
Una vez que ha transcurrido el tiempo mínimo en barrica, porque cada bodega puede estipular dejarlo más si lo considera necesario para aportarle otros matices al vino se pasan a embotellar y a dejar en la bodega en posición horizontal durante al menos otro año más (para crianzas) para que sigan madurando. La temperatura adecuada para la conservación sería unos 15º. En todos estos pasos siempre está el grupo de enólogos que se encargan de hacer catas para poder valorar como evoluciona el vino.
Por último se pasa al encapsulado y etiquetado de la botella y venta al mercado. En cada añada, las bodegas suelen reservar una parte para guardar y no usar (salvo en alguna ocasión demasiado especial) en lo que ello llaman cementerio o catedral (según la bodega). Estos emplazamientos suelen estar soterrados y las propiedades de esa zona es que la humedad es constante y van a conservar los vinos años y años. Podría haber vinos de hace más de 100 años, algunos de los cuales todavía podrían beberse, aunque no estuvieran con las cualidades perfectas.
A la hora de servirlo debería estar entre 16º-18º. Y al olfato, dependiendo de si es crianza, reserva o gran reserva nos dará matices de madera, frutas del bosque, ceniza, café, chocolate... y en boca pues varía mucho pero siempre vamos a notar que son más potentes que un vino blanco. Los colores son rojizos, cereza, marrones...