8 de diciembre de 2010

Niagara Falls

Hoy nos hemos levantado prontito porque teníamos que coger el tren rumbo a Niagara Falls, a las 7:45 ya estábamos por allí desayunando algo y como no, la he liado con el yogur y como he puesto nado, es que esta gente hace las cosas al revés de cómo yo lo pienso. El caso es que el tren ha sido puntual, y a las 8:30 ya estábamos de camino. Que gusto da viajar en el tren, si por mi fuera y se pudiese, en tren iría a todos los sitios aunque me llevase más tiempo. A las 10:20 ya habíamos llegado, más nieve que en las otras dos ciudades, los lagos que hemos pasado todos congelados y los bosques llenos de nieve. Hemos cogido un taxi y directos al hotel al check-in. Dejamos las cosas y nos vamos a ver las cataratas desde el lado canadiense (nuestro hotel está en este lado) Para el que no lo sepa hay 2 cataratas y una de ellas pilla mitad en EE.UU y mitad en Canadá. Así que nada, hemos hecho fotos desde todos los ángulos canadienses y nos hemos ido a comer a Kelsey’s, y no hemos podido evitar pedirnos, además, una sopa porque estábamos un poco congelados. Toda esta zona es un auténtico parque de atracciones, todo lleno de tiendas de souvenirs y con mogollón de sitios para echar la tarde y divertirse, lo bueno es que todos están bajo techo y lo único al aire libre es la noria. Hemos vuelto a la puerta del hotel como referencia porque mañana tenemos que coger un autobús en el lado americano y teníamos que comprobar el tiempo que nos iba a llevar, ya que hay que pasar una aduana a pie. Hemos pasado y hemos cruzado al otro lado, unos 15-20 minutos andando. Así que ya que estábamos allí nos hemos ido a ver el lado americano de las cataratas. Y la verdad, espectacular no por las cataratas en sí, si no por el conjunto, todo nevado, al lado de un parque blanco, increíble! Yo no lo he visto en verano pero me quedo con esta época sin duda alguna. Y poco más, hemos vuelto a entrar en Canadá y al hotel a tomar un café en Starbucks (Gingerbread Latte) y a ducharnos para ir a cenar, esta vez Denny’s que ya habíamos estado en la luna de miel, en la costa oeste y no lo recordamos como malo. Unos nachos y un sándwich para compartir con un té caliente. Y de ahí a dormir porque el frío era descomunal y a parte el día comenzaba a las 6 (que para los que estamos de vacaciones no debería ser muy normal)

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