6 de noviembre de 2008

Biocultura

El domingo 2 de noviembre me pasé por “Biocultura”, una feria que hacen todos los años donde venden productos a los que no estamos muy mentalizados para comprar todavía. Primero por su elevado precio y segundo porque hay que ir a tiendas específicas a por ellos y a veces no están tan cerca. A parte de comida también podemos encontrar productos certificados de higiene y cosmética; eco-materiales, muebles y decoración para la vivienda; energías renovables; terapias y medicinas complementarias; ahorro y reciclaje;; medio ambiente; juguetes; artesanías; música; libros y revistas y en esta ocasión se realzará el sector del eco-turismo.
BioCultura, esa cita anual tan esperada, es símbolo a su vez del cambio, necesario e imprescindible, para dar el paso definitivo hacia un mundo realmente sostenible.
La feria de las alternativas y el consumo responsable es la avanzadilla de todas aquellas tendencias modernas y antiguas que quieren hacer de nuestro mundo un lugar más agradable y limpio para vivir dignamente.
La felicidad de lo sencillo, la búsqueda de lo bello en aquello que hacemos, en el trabajo, en la vida familiar, en el ocio... está en el corazón de BioCultura.
He decidido hablar de esta feria porque a mí me encanta probar todo tipo de comida, cuanto más rara/especial, mejor. Suelo pasarme una vez al mes por herbolarios o tiendas especializadas en productos ecológicos y comprar productos para ir probando. Por ejemplo, a día de hoy he probado hamburguesas hechas de quinoa, mijo, vegetales, así como croquetas vegetales, diferentes harinas (soja, avena), tofu, paté de aceitunas y champiñones, semillas como el sésamo, semillas de amapolas y todo tipo de pastas y arroces integrales. Además de legumbres y leche: avena, arroz y soja; y alguna que otra fruta ecológica. Luego también tengo que aclarar que hay cosas que volvería a probar y otras que no. Eso va en gustos, supongo.
Pero creo que debemos darle una oportunidad a este tipo de comida, porque son saludables para nuestro organismo y bastantes ingredientes, que no conocemos, nos meten en muchos de los productos que consumimos habitualmente; asi que por que no “darse un capricho” con un producto que no lleva aditivos ni sustancias que en grandes cantidades podrían resultar tóxicas. Es cierto que algunos productos tienen un sabor, yo diría, diferente porque si estás acostumbrado a comer, por ejemplo, pasta normal, pues la integral te puede parecer que tiene incluso otra textura. Pero también digo que hecha con una salsa apenas notarías diferencia.
Si hablamos de leche, está comprobado que muchos de nosotros no toleramos la lactosa, pero no lo sabemos y un sustitutivo sería consumir leche de cereales (avena, soja…) Por eso, a veces, nos podemos sentir hinchados, con pesadez, molestias de estómago… y eso es porque la lactosa actúa en nuestro cuerpo y éste no lo asimila bien y nos da problemas. Pero si que podemos consumir, en su defecto yogures que no llevan lactosa porque en el proceso de elaboración se pierde. Ni que decir que los yogures de soja están incluso mejores que la leche de soja.
Os recomiendo un libro: “Eres lo que comes - La dieta que cambiará tu vida” de la doctora Gillian McKeith. En él se habla de un tipo de alimentación/dieta que es la disociada, que consiste en no mezclar hidratos con proteínas y a su vez con frutas. Pero a lo que me refiero con este libro es que habla de la importancia de comer productos que no han sido refinados (azúcar moreno en lugar de azúcar blanco o incluso sacarina (que es químico)) porque son más fáciles de digerir por nuestro organismo. Y si os atrevéis, hay alguna receta interesante. Su otro libro “Eres lo que comes – Las recetas” te da muchas ideas para no combinar los productos y que tu alimentación sea sana, equilibrada y aprender a comer.
Y nada más, si alguna quiere dejar algún comentario o consejor sobre este tema, estoy encantada.

1 comentario:

Debster dijo...

vaya speech wapa! jajajaja