A las 7:30 arriba, desayunamos y
nos vamos de camino al Teide. La idea es dejar el coche en el parking del
teleférico, andar 3 km hasta el camino “montaña blanca” donde empieza el viaje
de subida al Teide andando. El camino empieza fácil, todo el tramo está bien
marcado, con lo que no hay pérdida posible. Cuando llevábamos dos km el camino
cambia y empieza la subida de verdad. Al principio iba muy despacio, sin
fuerzas y parándome a menudo para poder respirar porque el corazón iba a 1000.
Después de un rato tuve que tomar un poco de azúcar para reponer y poder
continuar. Al final llegamos al refugio de Altavista, donde muchos se quedan
para hacer noche y continuar al día siguiente temprano. Nosotros fuimos
valientes y lo hicimos del tirón. De ahí, otra vez para arriba, hasta llegar a
la zona del teleférico. La subida es la más dura que he hecho hasta ahora pero
no me arrepiento de lo que he podido ver desde ese lado del Teide, los olores,
sensaciones que tienes mientras subes no se pueden explicar. Al llegar allí
paramos a comer y después nos fuimos al control que había allí, le dimos
nuestro permiso al chico que controlaba el acceso y terminamos de subir el
Teide, hasta el cráter. Si lo anterior era duro… estos 400mts de subida fueron
para rematar, por mucho que quisieras, era imposible caminar normal, tenías que
ir a pasitos muy cortos pero al final llegas… y es indescriptible. El olor a
azufre es lo más desagradable pero que bien se está ahí arriba, sólo unos
privilegiados al día pueden subir y aprovecharse de las vistas. Tienes 1hora y
15 minutos para subir y bajar esos 800mts totales. Al bajar, lo hicimos por el
teleférico y de ahí, necesitábamos beber algo para refrescarnos un poco.
Cogimos el coche y al apartamento, una ducha y descansar un rato. Preparamos la
maleta para irnos mañana y nos fuimos a cenar de nuevo a Casa Paché, esta vez
probamos carne de cabra y atún en salmorejo y dejamos un hueco para probar sus
postres caseros: bombones de uva y quesillo. Último paseo por el puerto y a
dormir.
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